miércoles, 22 de julio de 2009

Betha (segunda parte)


Matar, es por gusto, no es la necesidad lo que me incita a hacerlo, es el placer de sentir la sangre en mis manos, el aroma es repulsivo, pero la cálida sensación es indescriptible, saber que ese líquido permite la vida y ahora yo soy quien la quita.

No percibo el cambio a su estado pegajoso, cuando eso sucede yo ya me he ido.

Llego a casa sin remordimiento, no se compara si quiera con esconder una infidelidad, ese es un gozo efímero y tarde o temprano a alguien le da por hablar, matar es como el arte, debe ser apacible para quien lo crea y una tempestad para quien lo admira, si es que algunas personas pueden admirar el acto.

¿Cómo inicio la metamorfosis? El instinto de supervivencia apretó el interruptor lo demás fue causal de lo que se había despertado…el puro instinto.

Los meses siguientes no fueron tan catárticos como desearía, me dijeron que el proceso normal era despertar a mitad de la noche, sudando muchas veces y otras por mis propios gritos, debía tomar tranquilizantes y buscar la ayuda de un terapeuta, después de que la policía tomó mi declaración y fui absuelta, las cosas cambiaron repentinamente.

Recordar detalles de lo que sucedió sería imposible, fue muy rápido, sólo recuerdo la opresión de mis dedos sobre su garganta, la sensación de mis uñas rasgando la carne, penetrando en ella y la tibieza de la sangre invadieron mis sentidos, podría argumentar que fue en defensa propia pero no puedo jurar que así tendría que haber sido. No hubo terror cuando vi la navaja, sabía que después de lo sucedido era cosa de sobrevivir, era él o yo y esa noche pensaba llegar a casa.

Recordé la pistola, pero ¿qué hacer con ella si jamás he disparado? pero eso era algo que él no sabía y viendo que su amigo yacía sobre el piso, tenía ventajas. Cuando la tomé mis manos ya no temblaban, esperaba que sólo jalando el gatillo todo terminara y que el tiro no acabara en uno de los estantes del lugar, por lo menos en una pierna, de esa manera ya no podría llegar a mí.

Apunté sin hacerlo y disparé…el ya estaba corriendo hacia la puerta, detrás de él salió el resto como estampida, gritos, sollozos, yo me quedé de pie con la sangre entre mis manos. Rogaba por la lluvia que en estos días ha llegado sin aviso, pero no sucedió, después que logré salir del MP, no sabía cuánto tiempo había pasado, me dirigí a casa, mientras caminé sin rumbo pero sabiendo que no era la mejor imagen que la gente debía tener de mí, no me detuve hasta llegar a casa, directo a la regadera sin llorar, sin pensar, sintiendo el agua tibia recorrer mi cuerpo, todo mi cuerpo al igual que la sangre.

A partir de ese momento mi vida cambio y mi aspecto también lo hizo, un corte de cabello y ropa más cómoda buscaban el balance y tranquilidad que ya no tenía mi vida.

Cambié de ruta, las calles oscuras ya no me daban miedo, no las buscaba pero si me topaba con alguna no buscaba cambiar la dirección, esperaba de alguna manera que pasara algo de nuevo, buscaba adrenalina y en ocasiones por qué no, tentar un poco al destino.

Descubrí que la gente es más parecida entre sí de lo que percibimos realmente, existen rasgos físicos que son lo que en realidad despierta la atracción, también el instinto y el mío había despertado en una tienda de la que escapé y esperaba hacerlo de nuevo.

Sucedió una tarde, caminaba y sentí ese vuelco en el estómago, aquel que no sabes si te avisa del peligro o es solo el miedo que te paraliza. No sucedió de esa manera, mi corazón se acelero con placer pues sabía que era el momento que había esperado, un chico caminaba en dirección a mí, note que no había nadie cerca y la oscuridad era de nuevo mi aliada.

Meses antes había logrado tener contacto con un laboratorio en el que se puede conseguir fácilmente sedantes, estudiando un poco encontré justo lo que deseaba, la combinación de ketamina con fentanyl para provocar lo que se conoce como sedación conciente que, entre sus cualidades es mantener el cerebro activo, alerta, pero el cuerpo aletargado, incapaz de responder adecuadamente. Le inyecté y esperé el tiempo necesario para saber que había surtido efecto.

Disfruté nuevamente del placer que da tomar una vida, buscar su pulso, sentir la aceleración en su corazón por el miedo, nuevamente la sangre recorrió mis manos, un placer infinito invadió mi cuerpo y no quise parar.

Contar los detalles sería tan burdo como adelantar lo mejor de la película en los avances, es preferible si me dejas contarte mientras eres parte de mi nueva obra, ¿gustas? Sé que no, pero ya te he elegido.

Diálogo:
.- ¿Por qué a mí?
.- Porque transpiras muerte, caminas esperando que algo te diga que ya no te esfuerces más y yo fui la súplica a tus plegarias.
.- ¿Qué te hace creer que quiero morir?
.- La manera en la que crees que “vives”
.- Soy como cualquiera, no soy especial
.- Por eso, no lo eres, así que para mí eres la basura que es mejor quitar de un lado. (primer corte)
.- No, no quiero morir
.- Demasiado tarde, no me diste esa impresión desde la primera vez que te vi
.- Me has seguido
.- No, te he cazado (segundo corte)

3 comentarios:

In phidelio dijo...

Esta cosa me mata, literalmente.

Me atrapó el post desde la foto, una gran elección.

Anónimo dijo...

"Tengo todas las características de un ser humano: carne, sangre, piel, pelo. Pero ninguna emoción clara e identificable, excepto la avaricia y la aversión. Está ocurriendo algo horrible dentro de mí y no sé por qué. Mis sangrientas lujurias nocturnas están empezando a apoderarse de mí, me siento letal, al borde del frenesí, creo que mi máscara de cordura está a punto de desmoronarse." Patrick Bateman.

Conjunción perfecta.
RdelC

LA GOIDIS dijo...

Kary, mi niña bella, acabo de leer la segunda parte de tu historia y aunque me impresionó, me gusto.
Ahora dime que es sujeto y predicado.
Mil besos.