miércoles, 2 de julio de 2008

Álter ego (primera parte)


Desperté sobresaltada, otra pesadilla y yo sin poder entender qué pasa, van alrededor de cuatro días que sueño lo mismo, con diferentes personajes pero siempre termino matando a alguien. Algunas veces en defensa propia otras tantas han sido debido a mi afición por la muerte, en realidad, no sé si alguna vez me atrevería a hacerlo, pero en mis sueños es diferente, lo hago y en muchas ocasiones no hay sobresaltos, ni miedo, nada de cordura, mucho menos remordimientos.

Esta mañana no sabía en dónde estaba, esa noche acababa de matar a dos hombres, sude mucho, no sabría decir si por la adrenalina o el miedo de saber que no era tan fuerte para luchar contra ellos. Aún así lo hice.

Jamás he disparado un arma, así que pretender ser una especie de “Rambo” era imposible, no soy fuerte, en realidad soy más débil de lo que era hace unos meses, el cansancio, enfermedades y la falta de ejercicio han disminuido sobremanera mi constitución física.

Me encontraba caminando sobre una avenida cuando escuche que detrás de mí apresuraron el paso, siempre veo a mi alrededor, me cuido sin cuidarme, pero en esa ocasión deambulaba, así que el miedo me hizo frenar de improviso y desviar la mirada. Dos hombres corrían hacia mí o al menos eso creía.

Corrí por instinto y después me sentí idiota al darme cuenta que corrían para tomar el siguiente autobús que se aproximaba. Entre en una tienda, alguien me tomó por la espalda y me dijo al oído, al suelo y no intentes nada. ¿Cómo podría intentar algo? ¿Cómo podría entender lo que pasaba? hace unos segundos me ruborice al creer que me atacaban, ahora eso era verdad y yo no reaccioné. Me deslice en el suelo sudaba, temblaba y sentía que moriría, la calma no llegaba a mi cuerpo, carajo, yo solo quería una botella de agua para calmar la sed por la carrera.

La mujer que estaba a mi lado no dejaba de gritar, entonces empezaron los golpes, algunos me tocaron a mí, de repente había un cuerpo sobre mí, me golpeaba y amenazaba con matarme, escuche la detonación y después sentí un líquido caliente mojar mis manos, era sangre, nunca gire para cerciorarme que fuera eso, pero lo sabía, el aroma a hierro, el calor y lo pegajoso me lo decían.

No grité, solo gemía, me ahogaba, sentía que me faltaba el aire, era un ataque de asma, no era el momento, ni el lugar, pero lo tenía…control, control, respira, era todo lo que me decía una y otra vez, no puedes voltear, no te pongas boca arriba, te ahogarás, relájate, relájate o terminarás como ella…entonces, por instinto grite ¿por qué lo hice?

Sentí el tufo de su aliento, “ya te chingaste”, luché, me arrastré y le enterré las uñas en la garganta, hasta que él ya no luchó. Pero estaba acompañado, noté el reflejo de mis ojos en su navaja ¡no quiero morir!…