jueves, 17 de octubre de 2013

Retomando

Jamás fui tan femenina como busco ser ahora, no porque se despertara el instinto de repente, en realidad es por un hombre, sí lo reconozco, no es mi marido, es uno de mis hijos. Dante elige el color del esmalte de uñas, me pasa los cosmético, aunque ya se dio cuenta que eso no surte tanto efecto, así que ya me pasa sólo el labial.´ Nunca un hombrecito había logrado tantos cambios en mí, me dice que soy bonita y me hace el día, le gusta jugar con mi cabello y cuando me peino me sonríe en señal de aprobación. Me da masajes relajantes, mi favorito (prueben) es el que me da en las palmas de las manos con un poco de crema, muy suavemente recorre la palma los sus deditos y me lleva al cielo, de verdad me relaja. Leonardo elige mis vestidos, de preferencia cortos, él me dice: mamá ponete el vestido de princesa, corto hasta los cashones. Mi vida, no entiende que mamá es profesional y eso de andar de zorra por la vida, no me va. Pero acepta de buena gana que me ponga además unas mallas y las botas. Me saca a bailar, me da besitos y me canta canciones. Pobre de mi viejo, ahora tiene que competir con dos pequeños que me traen loca de amor y cansancio. Tendrá que inscribirse en cursos de baile y masaje, porque lo que son estos niños lo traen en las venas. Ah y no podemos olvidarnos del negro consentido, mi Ringo que todavía sigue siendo el rey de la casa en cuanto ellos caen en los brazos de Morfeo, se sube a la cama, me da besitos, ronrronea y se mete en mi cabello y se acomoda en mi cuello para arroparse a dormir.