viernes, 30 de abril de 2010

Esperanza


Hace mes y medio que mi pa’ se enfermó, lleva ya tres semanas internado y los médicos dicen que será necesario que esté por lo menos dos semanas más para terminar de controlar su padecimiento.

Esperanza… me aferro a ella y a veces me dan ganas de escupirle en la cara por traicionera, cuando más creo en su fortaleza y me apoyo de ella para sentir que la pena no me ahoga, me da la espalda, cínica.

En dos meses estarán físicamente con nosotros los enanos y tengo fe en que para esa fecha mi pa’ ya esté de nuevo en su casita con un mejor panorama, el proceso es largo, pero no por eso debe ser negativo.

Pasé mi cumpleaños en el hospital acompañándole, no me duele, al contrario sé que seguramente él y mi mamá pasaron algunas fechas importantes cuidando de nosotros en alguna enfermedad, es sólo retribuir un poco de lo que han sacrificado por nuestro bienestar. Lo que duele es la poca humanidad que tienen los médicos para cuidar de los pacientes, las enfermeras (os) con sus malos modos y que no mueven ni un dedo para ayudar, somos tan vulnerable en ese lugar.

Ayer lloramos juntos, me confeso que se sentía tan vulnerado, humillado y abandonado que no pensaba en otra cosa más que darse de alta voluntaria y buscar a alguien que de verdad lo cure, y le entiendo, es la primera vez en las tres semanas que de verdad lo apoyo, estaría igual en su lugar, yo tengo una rutina diaria, la oficina, la casa, el hospital, mis pendientes como futura madre, él ve pasar las horas en cuatro paredes, con turnos de enfermeras y médicos que deambulan como fantasmas de bata blanca y frases cortas, información en monosílabos o telegrama, espera que mientras le curan el pie no le chinguen el resto, remando en contra, pero remando.

…Volveré a tener fe, esperanza…no lo sé, como diría Cortázar, las esperanzas estorban y a mí la carga ya me pesa.